Normalmente la Luna se nos presenta como un objeto brillante sin un color definido, salvo en aquellos momentos en los que, cerca del horizonte, se torna anaranjada al igual que el Sol. La vemos normalmente así:

luna

Si nos fijamos en los ‘mares’, esas zonas de tonos más oscuros y aparentemente más lisas, parecen diferenciarse distintas tonalidades en cada uno de ellos. Esas diferencias tienen que ver con la propia constitución de los minerales en cada una de esas áreas. La nave Lunar Reconnaissance Orbiter ya registró en 2010 esta diferente tonalidad de los mares, no solo como una diferencia de brillo en la superficie sino también como una pequeña variación del color reflejado.

Esta diferencia de color la podemos captar nosotros también con las cámaras digitales de las que disponemos en la actualidad. Sólo tenemos que hacer una foto de la Luna y pasarla por nuestro programa de edición fotográfica favorito. Aumentando la saturación del color podremos obtener una foto como ésta que hemos realizado con el telescopio refractor de 175mm del observatorio y una cámara Canon 7D.

colores luna

Las zonas más amarillas contienen grandes cantidades de óxido de hierro y las más azuladas tienen, además, altas concentraciones de óxidos de titanio. En muchas ocasiones los cientificos juegan de esta manera con los colores para resaltar más o menos las zonas más interesantes de los objetos visibles en el cielo. Algunas veces los colores no son reales y se usan aquellos que mejor destaquen el objeto de estudio, pero en otras, como en este caso con la Luna, basta con potenciar un poco más los colores que están ahí, pero que nuestros ojos no llegan a percibir.