centro astronómico tiedra

Si alguna vez estás observando el cielo con nosotros y oyes a alguien decir «¿has visto ese bólido?» mientras mira el cielo, quizás te preguntes a que viene hablar de coches en ese momento. Pero no, no es que alguna escudería de fórmula uno haya montado su box entre la Osa Mayor y Casiopea, es que a las estrellas fugaces excepcionalmente rápidas y brillantes también se las llama así: bólidos.

En la imagen de arriba puedes ver uno de esos bólidos capturado en una foto el 7 de julio de 2013 desde Tiedra.

Las estrellas fugaces provienen de pequeñas piedras que orbitan el Sol en las cercanías de la Tierra y que terminan siendo atrapadas por su gravedad, cayendo entonces a velocidades increíblemente rápidas hacia ella. Afortunadamente contamos con el escudo que nos ofrece la atmósfera. Esa pequeña piedra, al atravesar una atmósfera que se va haciendo cada vez más densa, se calienta tanto que termina por quemarse y desintegrarse, y ese resplandor que acaba con la piedra es lo que vemos como estrella fugaz.

La mayoría de las estrellas fugaces provienen de piedras tan grandes como un grano de arena, las de las más brillantes como los bólidos pueden tener tamaños superiores, entorno a unos pocos centímetros y con más de 10 gramos, y pueden entrar en la atmósfera terrestre a velocidades de 70 kilómetros por segundo. Considerablemente más rápido que un bólido de fórmula uno que alcanzan los 0,090 kilómetros por segundo aproximadamente.

Y es que los meteoros son los campeones del mundo en velocidad cuando hablamos de bólidos.

Escrito por Fernando Cabrerizo